Después de graduarse en Arquitectura en Estambul, Rana Tarhangil viaja a España y fija su residencia en Barcelona. Trabajó como arquitecta durante 17 años en varios países, pero sintió que había perdido su creatividad. Comienza a pintar, a realizar esculturas y crear artesanía. Además, durante la pandemia, realiza un curso de gestión de residuos industriales y comienza a hacer recogidas de residuos, talleres de reciclaje y exposiciones de arte creado a partir de materiales reciclados. Rana se siente “en deuda” con la naturaleza y quiere contribuir en la sensibilización de la gente no solo para reciclar los plásticos, sino también sobre la urgente necesidad de dejar de usarlos. Su objetivo es crear una reacción emocional en el espectador, vinculada con la contradicción entre la atracción inicial de la belleza de la obra de arte y el mensaje de concienciación que transmite, y hacer reflexionar a la gente sobre la sostenibilidad medioambiental, social y económica.